Año 1985. Pepa y Mapi son dos hermanas que, sin ser grandes amigas, comparten la ilusión de empezar a surfear. Para la más joven, Mapi, el surf era su pasión mientras que su hermana mayor se animaba por su vínculo al mar. Criadas a pie de playa, ambas llevaban salitre en las venas.
Sus padres les proporcionaron su primera tabla que compartían sin ningún problema. La menor solía ser la primera en entrar al agua pero un día cualquiera de aquel año, Pepa quiso adelantarse y se tiró antes mientras que Mapi la esperaba tomando el sol.
El mar estaba muy desordenado...parecía un barranco.
Aún así...pa'l agua...!!!
La joven que quedó en la arena perdió la noción del tiempo adormilada por el calor. Una nube que ensombreció el día la espabiló. Alza la vista y mira al mar. No veía a nadie. Se puso en pie y siguió buscando a su hermana. Lejos...muy lejos divisa la figura de Pepa que remaba sin avanzar. La dura corriente estaba castigándola sin compasión.
No hay duda alguna. Corriendo enfiló la orilla y comenzó a nadar hasta llegar a su encuentro. Durante el trayecto no hubo dudas...
Cuando llega a su altura el cansancio de las jóvenes era tal que las palabras no tenían importancia y sólo sus miradas hablaron...
El retorno a tierra firme fue más ameno de lo que cabía esperar y juntas salieron victoriosas de aquel horrible mare magnum.
Afortunadamente, el suceso acabó en anécdota...alguna risa...algún miedo...pero ambas sanas y salvas.
No hubieron palabras ... ni de agradecimiento ni de reproche.
Veinte años después Mapi, en una conversación con su madre -y según le había contado su otra hija- se entera de que aquel aciago día, Pepa tuvo la certeza de que su hermana pequeña le había salvado la vida...
Pepa no volvió a surfear nunca más...
Mapi aún hoy sigue teniendo la misma pasión...
Mapi aún hoy sigue teniendo la misma pasión...