BASADO EN UN HECHO (CASI) REAL...
1982. Fue el año de Naranjito que hizo auténticos estragos entre los niños de mi generación. En aquel tiempo, el surf hacía poco que había llegado a mi playa aunque sólo estaba al alcance de unos pocos privilegiados. Una tarde de diciembre, solo y sentado a pie de mar mirando las olas, puedo apreciar como tres figuras desgarbadas, esqueléticas pero dicharacheras se acercaban hasta a mí. Eran tres surferos con sus tablas, probablemente de los primeros de mi zona, que no paraban de reír y bromear mientras iban poniéndose las amarraderas dispuestos a tirarse en aquella tarde fría.
Uno de ellos se percató de que yo los miraba con asombro y me dijo:
-Qué...chá...¿¿te gusta el surfing...??
Aquellas palabras se me quedaron grabadas a fuego en mi memoria. No se si respondí o simplemente asentí con la cabeza, no recuerdo sus caras, sus tablas o las olas que habían aquel día...pero por algún motivo siempre he recordado aquel comentario como si del epitafio de un ser querido se tratara...
2012. Han pasado treinta años. Yo también hago surf...o lo intento. Tengo dos hijos. El orgullo de todo padre impone a nuestra prole la herencia de la pasión por el mar y... no siempre sale bien. En uno de esos intentos, al llegar a la playa mis hijos cogen sus tablas... se adelantan y bromean entre ellos...se ríen y juegan...
De repente, una silueta muy familiar y conocida se dirige a ellos y con un tono jocoso pero relajado les pregunta:
-Qué... chá...¿¿les gusta es surfing??
Treinta años...han tenido que pasar treinta años para poner cara a aquellas palabras. La historia se repite. Todo tiene sentido...
De repente, una silueta muy familiar y conocida se dirige a ellos y con un tono jocoso pero relajado les pregunta:
-Qué... chá...¿¿les gusta es surfing??
Treinta años...han tenido que pasar treinta años para poner cara a aquellas palabras. La historia se repite. Todo tiene sentido...