Érase una vez una playa en la Costa Este de Gran Canaria en la que solían haber olas.
Aunque no eran de gran calidad siempre hicieron acto de presencia para deleite de todos sus usuarios. Dicha playa albergaba una de las comunidades de surfers más felices de cuantas se conocen aunque, como en todos los cuentos, siempre ha habido algún malvado...garbanzos negros que, ignorantes de serlo, ejercen como los malos de la peli y que, al final, resulta que no lo son tanto.
Aún así convivíamos en paz y armonía.
Tanta ausencia de olas nos lleva a pensar que quizás ni érase... ni había una vez...ni comimos perdices y, mucho menos, fuimos felices.
Así que si tenemos que llegar a aquello de... colorín colorado solo desear que este cuento...no haya acabado.