Aquel era un día de esos en que todo está a tu favor. Un susurro escondido tras una agradable sonrisa me despierta y me anima a comenzar la jornada. Hoy quiero surfear...más que nunca. Sin más rodeos cogí todos los bártulos y emprendí la marcha.
Por el camino voy divisando lineas que se acercan a la costa. Quizás sea el momento de ir a aquel spot que casi nunca sale pero que siempre vigilo...por si acaso...
Llego con el coche hasta el mismo pico. Espero un poco. No hay olas. Mieeerda. Han pasado escasos 90 segundos y de repente se aproxima una serie. No puede ser...no hay nadie en el agua. Una derecha perfecta rompe delante de mis narices. Un escalofrío me recorre el cuerpo.
Las preciosas olas, de tamaño considerable, eran "caramelos" -aptos para diabéticos- que tenían un gran recorrido terminando a escasos metros de la costa dónde se hallaba un pescador.
El hombre de avanzada edad vestía pantalón de telgar y camisa de manga corta a cuadros, una gorra con publicidad de Cerveza Tropical, un Krüger apagado en sus labios y unas sandalias "Adidas Calamar" transparentes.
Entro al mar sin demasiados preámbulos y remo hasta que veo llegar la serie. La primera ola pinta muy bien. Casi sin remar me pongo de pie y enfilo lo que parecía una buena pared. Aquello parecía que se iba a recoger bastante y...lo hizo. Me acerco todo lo que puedo metiendo la mano en ella -a modo de suave caricia- para dejar que me envuelva hasta que comienza a caer el cristalino labio delante de mi.
Bufffffff...creo que dejé de respirar cuando empecé a notar que, cada vez, estaba más profundo. Poco a poco, la salida se iba alejando y justo al final de ella se podía apreciar la silueta del pescador con las manos en la cabeza mientras me observaba. A medida que las posibilidades de salir de aquel tubo disminuían, mi velocidad en el interior del mismo aumentaba hasta que de un enorme sifonazo la ola me escupió de sus entrañas. Salí de allí sacudiendo mis suaves y sedosos cabellos mirando al cielo agradeciendo a Dios aquella experiencia casi religiosa...
El pescador me miraba incrédulo y asombrado. A continuación, la sucesión de maniobras en otras olas fue muy considerable para único deleite de mi mayor admirador en aquellos momentos.
Harto y cansado del que había sido el mejor baño de mi vida, decidí salir para saludar y cambiar impresiones con el único espectador de mi hazaña que tantos gestos de admiración me había dedicado durante una larga hora y media de inmejorable surfing.
Exhibiendo la mejor de mis sonrisas le pregunté:
-¿Qué...jefe? ¿Le gustaron las olitas que me cogí?
A lo que, sin quitarse el cigarro de la boca y casi histérico, respondió:
-¿Las olitas....? Me cago en tu puta madre...pelú de mierda...que llevas dos horas espantándome la pesca...vete a tomar por culo de una vez ...jodío maricón...mejó te cortaras el pelo...desgraciaoooo....mejó te diera velguenzaaa...........asdkfhñkhkghsñorihgjk....sskljkljñdoejnnñsañ...gjka...
Bah!!!!...Ese no sabe de surfin ni de ná...!!!