27 may 2015

EL PESCADOR Y YO

Aquel era un día de esos en que todo está a tu  favor. Un susurro escondido tras una  agradable sonrisa me despierta y me anima a comenzar la jornada. Hoy  quiero  surfear...más  que nunca. Sin más  rodeos cogí todos los bártulos y emprendí la marcha.

Por  el camino voy  divisando lineas que  se acercan a  la costa. Quizás sea  el momento  de ir  a aquel spot que  casi  nunca sale pero que  siempre vigilo...por  si  acaso...
Llego con  el coche hasta el mismo  pico. Espero un poco. No hay olas. Mieeerda. Han pasado escasos 90 segundos y de repente  se aproxima una serie. No puede  ser...no hay  nadie en el agua. Una derecha perfecta rompe delante  de  mis narices. Un escalofrío  me  recorre el cuerpo.
Las preciosas olas, de tamaño considerable, eran "caramelos" -aptos para diabéticos- que tenían un gran recorrido terminando a  escasos metros de la costa dónde  se hallaba  un  pescador.
El hombre  de avanzada  edad vestía  pantalón de telgar y camisa de manga corta a cuadros, una  gorra con  publicidad de Cerveza Tropical, un  Krüger  apagado en  sus labios y unas sandalias "Adidas Calamar" transparentes.

Entro al mar  sin  demasiados preámbulos y remo hasta que  veo llegar  la serie. La  primera ola pinta  muy bien. Casi  sin  remar  me pongo de  pie y enfilo  lo que parecía una  buena pared. Aquello parecía  que se iba a recoger bastante y...lo  hizo. Me acerco todo lo que puedo metiendo la mano en ella -a modo de suave caricia- para dejar que  me envuelva hasta que comienza a caer el  cristalino  labio delante  de mi.
 Bufffffff...creo  que dejé  de respirar cuando empecé a  notar que, cada vez, estaba más profundo. Poco a poco, la salida se iba  alejando y  justo al final  de  ella se podía  apreciar  la  silueta del  pescador con las manos en la cabeza mientras  me  observaba. A medida  que  las  posibilidades de  salir  de  aquel  tubo  disminuían, mi velocidad en el  interior del  mismo  aumentaba hasta que  de un  enorme  sifonazo la ola me  escupió  de sus  entrañas. Salí de allí sacudiendo  mis  suaves y sedosos cabellos mirando al cielo agradeciendo a Dios aquella experiencia casi religiosa...

El pescador me miraba incrédulo y asombrado. A continuación, la  sucesión de  maniobras en  otras  olas  fue muy  considerable para  único  deleite de mi mayor  admirador en  aquellos  momentos.

Harto y  cansado del  que  había sido el mejor  baño  de mi vida, decidí salir  para  saludar  y  cambiar  impresiones con el  único  espectador de  mi  hazaña que  tantos gestos de admiración me  había dedicado durante una larga  hora y media de  inmejorable surfing.

Exhibiendo  la  mejor  de mis  sonrisas  le  pregunté:

-¿Qué...jefe?  ¿Le  gustaron las  olitas  que  me  cogí?

A lo  que,  sin  quitarse  el cigarro de  la  boca y  casi  histérico, respondió:

-¿Las olitas....? Me  cago  en tu  puta madre...pelú de  mierda...que  llevas  dos  horas  espantándome  la  pesca...vete a tomar por culo de una  vez ...jodío  maricón...mejó te cortaras  el  pelo...desgraciaoooo....mejó  te  diera  velguenzaaa...........asdkfhñkhkghsñorihgjk....sskljkljñdoejnnñsañ...gjka...

Bah!!!!...Ese no  sabe  de surfin  ni  de ná...!!!