2 dic 2014

NADIE SE PONDRÁ NUESTRO NEOPRENO CUANDO HAYAMOS MUERTO.

Y es que  los  trajes  llevan  tal  carga  personal y  genética que  prestarlos sería como una  violación de  tu intimidad  más  absoluta. 

Toda  clase de fluidos, vello  corporal...sangre, sudor  y  hasta  lágrimas pululan  por  esa  segunda  piel que  tan soportable  nos  hacen los  baños  más gélidos  del año.

El bienestar  que  nos  proporciona es como  para rendir  un pequeño  homenaje en  su nombre y  dejar claro que, aunque  al  final  de  cada jornada acaben colgados  por  el  cuello, siempre  les estaremos  profundamente  agradecidos...

Va por  ustedes...